lunes, 19 de septiembre de 2011

Mesa redonda: Niños y televisión, el monstruo en la pantalla




A través de una mesa redonda que contó con educadores, investigadores y profesionales del quehacer televisivo, La República abordó el tema de los contenidos a los que están expuestos los niños frente a la televisión (conocida como la “niñera electrónica”) y los criterios alrededor del horario de protección al menor que rigen esos contenidos entre las seis y las diez de la noche.

También invitamos a los representantes de los empresarios televisivos, gremio fundamental para discutir este sensible tema; pero Hugo Delgado, presidente de la Sociedad Nacional de Radio y Televisión, lamentablemente, se abstuvo de asistir.

La República: Bienvenidos. Es ya un lugar común decir que, en ausencia de los padres del hogar por muchas horas, la televisión se convierte en la gran niñera, y los contenidos que trae compiten con los impartidos en la escuela. Y compiten con ventaja, pues, en promedio, un niño, al llegar a la adolescencia, habrá estado más horas frente al televisor que en el salón de clases. Y los contenidos que ve, en ausencia de una programación específicamente infantil, son los mismos que ven sus padres. Según los últimos reportes de Ibope, por ejemplo, los programas más vistos en estos días son la serie ‘Al Fondo Hay Sitio’, el noticiero ‘América Noticias’, el programa de farándula ‘Magaly Teve’ y la telenovela ‘La Perricholi’. En ese contexto, comencemos planteando el papel de la televisión más allá del entretenimiento. ¿La televisión educa, forma, informa o deforma a los niños?

Rodolfo León: La exposición a los medios, definitivamente, forma. De una manera u otra se está expuesto a este bombardeo de mensajes y se acaba asumiendo los principios y valores tras de ellos. Definitivamente los medios forman el carácter de una sociedad.

Rosa María Alfaro: Podemos juzgar desde la oferta, pero la oferta es muy mala. Sin embargo, muchos niños, especialmente de sectores medios y bajos, consumen televisión peruana. El niño de hoy nos supera y es importante saber algo sobre él. No son los niños de antes, a los que había que elegirles los problemas, sino que se van al Internet y los encuentran resueltos. Pienso que el gran problema de la televisión peruana es que no se adapta a ese niño.

Santiago Carpio: Quiero ampliar el diagnóstico de Rosa María. Efectivamente, entre los programas más vistos por los niños, ‘Al fondo hay sitio’ es el único que entra en el concepto de familiar. Si analizamos la programación, hay muy pocos programas dirigidos a los niños. Y si partimos de cifras, los niños tienen más de tres horas frente a la TV, en promedio.

La República: Cuando se habla de niños, ¿qué edad se abarca?

Santiago Carpio: Niños y adolescentes hasta los 18 años el promedio. Hablamos de una programación que no está dirigida a menores y encima sin supervisión. Porque los padres que trabajan exponen al niño a la televisión y, en todo caso, la ven al lado del niño. Y eso no significa que compartan la noticia o la comenten: simplemente están expuestos al mismo mensaje, mas no a la misma comprensión o decodificación.

La República: Habría que ver el factor socioeconómico, porque los niños más favorecidos tienen acceso a cable e Internet, mientras que el otro grupo sólo consume televisión nacional, lo que agrava el problema.
Michel Gómez: Hay una deformación respecto del tema de la sintonía, pues los cuatro programas más vistos lo son porque están en horarios mas favorecidos. Entonces es lógico que tengan sintonía y no porque sean los mejores o peores programas… Yo tengo niñas de 12 y 14 años y vivo esta problemática. Ahora, los niños son distintos a como estábamos acostumbrados a pensar y eso va mucho más allá de las protecciones, porque los niños se pueden ir al Internet, donde no hay horario ni prohibición. Creo que los productores somos responsables de nuestro producto. Y creo que el niño es una persona mucho más adulta de lo que creen. Por eso, en mi concepto, la protección al menor es una falacia.

Idel Vexler: Los chicos no solo están expuestos a los estímulos de la escuela o en la casa, a la televisión. Por eso, para nosotros, es tan importante cuando se habla de ciudadanía ética o cívica o ambiental. En los últimos tiempos se viene promoviendo la construcción de una sociedad educadora. El Proyecto Educativo Nacional, en su sexto objetivo estratégico, se dedica a plantear esta necesidad. La Ley General de Educación en el Perú tiene una oficina que se llama Educación Comunitaria, la cual está orientada a trabajar en esta direccionalidad, y entre esos emisores de estímulos educativos culturales –sean de entretenimiento o informativos– está la televisión. En el horario dirigido a la familia hay una serie de mensajes que no ayudan a esos objetivos… El horario es de seis de la mañana a las diez de la noche, pero los niños están desde las dos de la tarde en los colegios privados y, en los públicos, a partir de la 1 y 30 de la tarde. Por eso, el horario está bien planteado (de 6 a 10), pero no todos los actores de la familia tienen la misma edad. Ahí la televisión impacta en la formación social de los niños, y lo que habría que sugerir es –desde la ANDA y los códigos de ética– una precisión de cómo, en el marco de la libertad de prensa, se pueden generar programas que vayan en esa direccionalidad.

Dany Tsukamoto: Creo que siempre, en el tema de la televisión, la crítica viene de la prensa escrita. Pero lo que veo es que hay un gran desconocimiento de la prensa escrita, de los críticos. Yo creo que cada país tiene la prensa que se merece. Bueno, partiendo de la pregunta, es complicado responder, porque la televisión tiene como tarea entretener. El educar y formar les toca a la familia y la escuela. Puede haber televisión que eduque, pero no es su función principal, no está hecha para eso...

La República: Hemos planteado el tema no tanto como lo que debe hacerse, sino más bien qué función cumple la televisión, porque, nos guste o no, también forma o educa o deforma.

Dany Tsukamoto: Se asume que el problema viene de la televisión y que es la misma televisión la que debe solucionarlo y cambiarlo. Pero en la casa de cada uno se ponen reglas: apagar la televisión o bloquear los canales. Entonces, esperar algo más de la televisión –más allá de entretener– es un error. Es darle responsabilidad que nos la quitamos como sociedad. Yo soy papá, tengo una hija y no quiero que se le deforme la mente… Pero tengo autoridad para quitarle la tele y ponerla a leer. Por eso pienso que el televidente, el productor y el canal comparten responsabilidades...

La República: En los últimos días, a raíz de un desnudo de la actriz Melania Urbina en La Perricholi, se ha debatido si se debe ocultar toda alusión a la sexualidad en la pantalla, pero hay imágenes de gente vestida que son más obscenas que un desnudo (a continuación se proyecta el video de la escena del desnudo de La Perricholi y una muy procaz del programa ‘La Casa de Magaly’). ¿Qué es más deformante o más dañino? ¿Cuál preferirían ustedes que vean sus hijos?

Rodolfo León: El anunciante no quiere involucrarse con la controversia. En el caso de los desnudos, no hay nada de malo. Si no, habría que cubrir obras de arte del Renacimiento. No es una cuestión de si estos temas son inocentes o no. Simplemente nos preguntamos: ¿están sujetos a controversia o no? Si es así, preferiríamos no estar como anunciantes. No es una cuestión de juzgar si es bueno o malo, porque eso lo decide la sociedad. Es la sociedad la que decide los estándares y los anunciantes juegan dentro de estos estándares aceptables.

La República: Pero hay sociedades que avalan dictaduras, guerras, pena de muerte…

Rodolfo León: Pero el problema es que las empresas, los fabricantes, los anunciantes, no son los entes normativos de moral y ética de la sociedad. Son actores dentro de la sociedad. No pretenden ser los formadores de los estándares morales. Se conducen dentro de una ética adecuada dentro de sus actividades comerciales.

Rosa María Alfaro: Lo que cuestiono en general es que sea el cuerpo de la mujer el que siempre se exhibe, no el del hombre.

Idel Vexler: ¿Es ese es un reclamo? (Risas)

Michel Gómez: Desde la historia del arte, el cuerpo de la mujer siempre ha sido más hermoso que el del hombre.

Rosa María Alfaro: ¡Eso es lo que dicen los varones! Pero las mujeres no lo vemos desde ese punto de vista. En mi familia caminábamos desnudos en mi casa en el verano y todo normal. Pero todo esto se ha distorsionado. Me refiero a la constante exhibición del cuerpo femenino... En España las mujeres van en topless y nadie dice ‘¡qué escándalo!’ Pero la tele exhibe un cuerpo con una intención no siempre positiva. Yo lo vería por ese lado y también por el tipo de programa. Una cosa es una historia y otra una cosa constante con temas vinculados al sexo. Yo no puedo decir que La Perricholi sea un programa de sexo.

Santiago Carpio: Pero ahí juega la estética, la narrativa. Lo puede ver un niño. Pero ahí viene la responsabilidad de los padres de no tapar el sol con un dedo. Una investigación con chicos de 12 años en Villa El Salvador determinó que su sueño sexual era hacer el amor a las 8 p.m. en el puente Pachacamac iluminado por las luces de los autos… ¿Y de dónde sacan eso?, me pregunto. ¿Y qué proponemos como moral social? Pero en La Perricholi el desnudo está dentro de la lógica narrativa, pero presentar (mirando inquisidor a Tsukamoto) a las dos de la tarde el baile del tubo me parece un poco obsceno. ¿Quieres pasarlo? OK, pero pásalo a partir a las 10 p.m. ¿Qué le puede decir un padre a su hijo al ver esas imágenes? Hay que tener un poquito de recato. Tenemos un código de ética, cumplámoslo, nada más.

La República: Michel, el desnudo en tu novela ha sido el detonante de esta controversia, el eje de esta conversa...

Michel Gómez: ¡Demasiada Inquisición! Me parecía delirante que haya tanta controversia por algo tan natural y que, además, haya sido rebotada por medios, sacándola de contexto, en primeras planas. Ahí le dieron un tratamiento distinto, fuera de la narrativa. Me parece ofensivo. Y la verdad es que creo que debería haber alguien aquí de los noticieros, pues no deberían pasar, por más de las tres cuartas partes de su tiempo, cuerpos destrozados y, peor, los micronoticieros, que te agarran de forma sorpresiva y te pasan una mujer aplastada por un bus cuando uno está con la familia y creen que se soluciona colocando mosaicos sobre el cadáver.

La República: ¿La solución es la autorregulación?

Michel Gómez: Creo que deberían reunirse los canales de televisión o los entes reguladores y ponerse de acuerdo y darse normas para que todos luchen bajo las mismas formas.

Rodolfo León: Es tan suave la imagen (de Melania Urbina), pero por ser desnudo es controversial y los medios lo califican así.

Idel Vexler: Las imágenes que hemos visto (el desnudo de Melania Urbina) son una expresión artística, natural , de la sexualidad humana… porque la educación debe promover una sexualidad plena, natural y placentera, y no solamente hacer ver al sexo como coital o genital. Si al sexo se le da una dimensión humana de alto nivel, eso permite valorar todo lo que tenga que ver con el amor y la sexualidad.

La República: Esas imágenes producen una reacción erótica en el espectador, lo cual no es malo…

Idel Vexler: ¿Quiénes las han vuelto eróticas? ¡Los que promueven el erotismo! El erotismo es bueno, como un componente de la sexualidad. Es adecuado que se vea desde la perspectiva del desarrollo humano. Ahora, lo que hacen algunos propagandistas de la educación sexual es vincularla al embarazo precoz y las ETS. Propongo que los medios hagan conversatorios para que la gente reflexione que la sexualidad es inherente a la persona. Por otro lado, ¿por qué en un programa de televisión no se habla del aborto? Un debate donde se escuchen las voces, desde la más liberal hasta la más cucufata, y que los padres lo vean con sus hijos, orientándolos.

Dany Tsukamoto: La imagen de Melania (desnuda) es responsabilidad de Michel hasta que la pone en pantalla. Luego aparece en los periódicos que los papás compran y los dejan en sus casas. El niño –que estaba dormido a la hora que la transmitieron–la ve y va a su computadora a buscar la imagen, pero lo que encuentra es la escena de sexo en (la película) Dyango (de Melania), una escena de sexo salvaje con Giovanni Ciccia, en una azotea.

Santiago Carpio: ¡Ya la buscaste! ¿Eh? (Risas)

Dany Tsukamoto: Esa imagen es muy difundida. La responsabilidad es de los que producimos, pero darle más peso a los realizadores creo que es un enfoque equivocado y no nos dará ninguna solución, porque los niños tiene acceso –con 50 céntimos, en un pueblo joven– a una hora de Internet. A lo que voy es que hay responsabilidad del otro lado y es más fácil satanizar y decir ‘ese productor, qué mal’, y yo estoy viendo su programa en mi casa.

La República: Michel Gómez asume su parte de responsabilidad, ¿harías lo mismo?

Dany Tsukamoto: Cuando pasa esto, una exhibición de senos en vivo de imprevisto, inmediatamente vienen dos o tres de la farándula que quieren hacer pasar eso como ‘accidental’. Nos ha pasado y hemos tratado, más o menos, de evitarlo. Y acaba el programa y un gerente de Producción te pide explicaciones y se corrige el error. Con el tema de los anunciantes es igual: si nadie dijo nada, no pasó nada.

La República: Pero no se cuestiona una escena procaz como la que hemos visto (la escena de ‘La casa de Magaly’) porque la gente está vestida.

Santiago Carpio: Sin hacer mayor escándalo, eso pueden ponerlo después de las 10 de la noche...

La República: ¿Los anunciantes podrían invocar a sus asociados para que esos contenidos pasen a otro horario?

Rodolfo León: El rol que jugaban los anunciantes respondía a una situación muy particular desde el 2000. Era muy mortificante. Nos vinculaban con la indolencia con los contenidos, incluso nos llamaban “socios de la corrupción”. En ese momento nos levantamos como cuerpo organizado, hicimos un sistema del semáforo ético. Pero ese no es un rol orgánico de los anunciantes, no es un organismo tutelar de la sociedad.

Buscando responsables detrás de la pantalla

Nuestros niños están expuestos, sin control ni orientación, a los contenidos más nocivos de la televisión. Pero, por supuesto, nadie se hace responsable. En esta parte del debate, se trató de asignar una cuota de responsabilidad a cada uno de lo que va, desde los padres de familia hasta los productores de televisión (que asumieron su parte) pasando por el colegio y el Estado, que brilla por su indiferencia.

La República: ¿Quiénes tienen mayor responsabilidad en el estado de cosas? ¿Los productores? ¿Los anunciantes? ¿El Estado? ¿Los padres?

Rodolfo León: Es bien importante leer la perspectiva de los auspiciadores. En términos prácticos, no es solo colocar su publicidad, darse la vuelta y quedarse tranquilo por no entrar en controversias ni reclamos. Y no solo es colocarlo en los programas con más rating para que el anunciante esté libre de riesgos. Hay que respetar ciertas normas fundamentales. Los parámetros que rigen la radiodifusión, por ser un bien público, nos obligan a que no pongamos nada que sea ofensivo al buen gusto.

Rosa María Alfaro: Yo creo que hay un problema de fondo, una creencia colectiva de que a la gente le gusta lo malo, lo cuestionable, lo morboso. Esa es una propuesta peligrosa: a los peruanos les gusta la bajeza, pónganles a Laura Bozzo. Hay una depreciación del ciudadano. Además, no hay ninguna política estatal de promover programas de calidad para los niños. En cambio, en Chile los programas para niños deben hacerse bien y el Estado premia a las mejores ofertas y les paga los gastos de producción de todo el año...

La República: ¿Y cómo entra a tallar allí la variable comercial, la del rating?

Rosa María Alfaro: Lo que hace el Estado es promover económicamente los programas que han sido evaluados. Pero ahí está suponiendo que sus ciudadanos pueden ser mejores y que les pueden gustar cosas elaboradas. Yo pondría el énfasis en cómo nuestros medios de comunicación están pensando a nuestros ciudadanos. ¿Por qué tenemos una visión tan negativa de nosotros?

Santiago Carpio: Los niños hoy son diferentes a los de antes. Antes, la radio y la televisión eran predominantes. Ahora está Internet, los juegos interactivos y no hay manera de controlar eso. Cuando uno ve los estudios de sintonía, se pregunta: ¿quién determina que ver en televisión?: ¡El niño, sin supervisión! Los padres no están supervisando. Segundo, hay que establecer responsabilidades. Dany (Tsukamoto) mencionaba que a la televisión no se le puede achacar la educación, pero lamentablemente educa y forma, y es un juego de responsabilidades compartidas y debemos asumir el rol que compete.

Michel Gómez: Yo asumo por completo la responsabilidad. Si hay algo que hago con Eduardo Adrianzén (escritor de La Perricholi) es totalmente de nuestra responsabilidad. Así como los periodistas firman sus notas, lo mismo debe pasar con los productores. Yo asumo todo. No tengo nada que esconder, doy la cara. Hemos sido defensores de los derechos de la mujer, hemos hecho castings sin tabúes ni racismos, hemos tocado temas intocables y sobre el tema de la publicidad, creo que esta misma es a veces tan ofensiva como muchos programas. Hay comerciales que deberían pasar por un filtro, como las cervezas que explotan la imagen de la mujer. Yo entiendo que, para los canales, la cerveza es uno de los grandes anunciantes, pero para mí es más chocante ver gente tomando a las ocho de la noche, que ver el hermoso cuerpo de Melania Urbina.

Idel Vexler: Los agentes sociales, políticos, del arte, del deporte no son conscientes de que educan con su comportamiento diario. Por otro lado, hay también responsabilidad de los anunciantes, que buscan el programa que llegue a los sectores mayoritarios. Cuando hay programas educativos como “Los Pimpollos” se debe no poner publicidad, sino auspiciar, pero, como no tienen rating, no lo apoyan y van a los programas de farándula.

Dany Tsukamoto: Yo creo que la responsabilidad es de todos. Michel (Gómez) hace ficción, donde se edita, corrige, se puede volver a grabar o no ponerlo. Pero la televisión en vivo es muy distinta y criticarla no lleva a la solución del conflicto. Una vez nos tocó entrevistar a Alessandra Rampolla pero llegó tan tarde que no pudimos coordinar, una vez en el set, se sentó y pasó a regalarles consoladores a los conductores. A los ojos de un crítico esto es imperdonable, pero no han visto todo lo que ha pasado.

La República: ¿Pero en esos casos no cabe una disculpa pública?

Dany Tsukamoto: Se ha hecho varias veces y hemos mandado a corte sin avisar. Si nos comparamos con el primer mundo, miren el terremoto en Japón. Yo no vi ni un muerto en la televisión, a comparación del sismo de Pisco. Y no hay una justificación al decir esto, pero no hay una intención directa de violar el código de ética.

Santiago Carpio: Tiene que haber un responsable, no es solo decir ‘lo dijeron en vivo, discúl-penme’. Tenemos que asumir lo que sale al aire.

Rosa María Alfaro: Yo no estoy de acuerdo con eso de ‘la responsabilidad es de todos’. Todos tienen una porción de responsabilidad, pero el que produce tiene responsabilidad mayor.

La República: ¿Y el dueño del medio?

Rosa María Alfaro: Hay ausencia del medio, del Estado, de la familia.

Santiago Carpio: Como productores hay responsabilidad de manejar esos contenidos. En los noticieros hay mucha violencia en la mañana...

La República: En Canal Cuatro intentaron cambiar su noticiero con contenidos educativos. Al final tuvieron que volver al anterior porque el rating se fue abajo.

Santiago Carpio: Eso es apelar a lo más primario. No se puede decir a los medios ‘no lo pases’, pero hay otras formas de cómo tratar y hay que ver cómo lo tratas.

Idel Vexler: De otro lado, el problema es que se hace del sexo una manera de generar lo más bajo. Por ejemplo, la escena del desnudo en La Perricholi estaba bien hecha. ¿Quién la distorsionó? Magaly Medina.

Dany Tsukamoto: Muchas veces la gente cree que el productor de “Magaly TeVe” o “Amor amor amor” son tan morbosos que quieren que todos sean como ellos, pero no lo son. Porque finalmente uno se dice: Eso es lo que la gente quiere y se lo da.

Salidas realistas

Al final, nuestros participantes esbozaron ideas, a partir de sus experiencias personales, para ayudar a cambiar el estado de cosas. Pero ahora, ¿quién le pone el cascabel al gato?

-La República: Aparentemente, la autorregulación no ha resultado muy eficaz. ¿Qué salidas se pueden plantear? Tratándose de un tema tan sensible como nuestros niños, ¿cabe que intervenga el Estado?

Rodolfo León: La propuesta de ANDA con los medios es un efectivo sistema de autorregulación. Como anunciantes tenemos al Consejo Nacional de Autorregulación Publicitaria y sentimos que es un modelo que se debe seguir. Hoy día, los medios tienen sus sistemas. Hay que dar tiempo para que maduren y que la población dirija sus reclamos a este grupo y que sepa responder. En Chile, cuando ocurrió lo de la lamida de axilas en el programa de Laura Bozzo, la Conatel intervino sin preguntar si estaba bien y el programa se fue y nadie reclamó por violaciones a la libertad de expresión.

La República: ¿Podría existir un Conatel acá?

Rodolfo León: Yo diría que es la solución que han adoptado países democráticos y desarrollados, como Estados Unidos, Canadá...

La República: Son intervenciones estatales…

Rodolfo León: Son del Estado, no del gobierno. Son entidades reguladoras independientes.

Rosa María Alfaro: Oyéndolos he recordado la época en que teníamos la Veeduría Nacional de la Comunicación, que este año vamos a retomar. Se le daba la palabra a la gente. Incluso, con la gente, hicimos la propuesta de la Ley de Radio y Televisión, que se presentó con 86 mil firmas cuando se requerían 56 mil. Hay que darle a la ciudadanía el rol de juzgar.

Santiago Carpio: Creo que hay que tener una mirada diferente. Quienes están involucrados en el proceso deben tener una formación que los haga responsables. Segundo, nuestra Ley de Radio y TV plantea la regulación, pero pocos conocen el tema y los códigos de ética solicitados por la ley que autoriza el uso de las frecuencias ni siquiera se toman en cuenta.

La República: ¿No hay forma de aplicarlos?

Santiago Carpio: ¡Porque no los tienen! Y no solo eso, sino que cada medio tiene un código de ética y es un absurdo total. Si analizamos en números, más del 60% de medios no tienen código, lo cual es alarmante porque no tienes a quién reclamar. Un caso que llegó a ConcorTV demoró dos años antes de llegar a nuestra mesa, como consejo consultivo. La ley ordena que un afectado presente reclamo al canal. Si el canal no emite opinión, presenta su queja al Ministerio de Transportes y Comunicaciones y, antes de responderle, nos remite a nosotros para que planteemos una consulta… ¡Y nos llegó este caso cuando el programa ya no existía y los dueños del canal ya no estaban!

Michel Gómez: Yo he recorrido todos los canales y me conozco todos los códigos de ética. Desgraciadamente la señal de la televisión no es propiedad de los dueños, sino de todos nosotros. No puede ser un absolutismo. Que si me tocas mi noticiero estás atentando contra la libertad de prensa. Que los directores de noticieros se junten, que vuelvan a sus aulas, que se pongan de acuerdo en sus límites.

Idel Vexler: Está el tema de las normas. En un colegio o una casa es difícil seguir las normas, en una sociedad tan fragmentada y con un Estado débil, se va a hacer difícil cumplir las normas. Pero hay dos normas aquí que se han cumplido: el cinturón de seguridad y el cigarro. No por la multa, sino porque hubo un proceso sociocultural que decía que fumar es malo. Hay que hacer que la norma se interiorice, que se comprenda por qué es buena. Hay que educar la mirada y, por otro lado, comencemos a crear un mercado audiovisual interno que no tenemos.

Danny Tsukamoto: Debería funcionar con la sociedad civil como participante activa. Funciona, y es mejor que criticar y esperar que se corrija desde el otro lado. Todos los canales son empresas que buscan ganar dinero y, en la medida en que tengan rating, van a ganar más y estar contentos… De ahí, van a tratar de regularse o saltearse algunas cosas y, más o menos, tener respeto a su código de ética particular. En el caso del Estado, este participa porque anuncia en el programa con mayor rating, no en el más cultural, tanto como ANDA. Y sigo creyendo en la autorregulación, no en el sentido de dejar de hacer morbo o sexo, sino cosas que estén en función de algo que vaya a algún lugar, debe ser aplicada a los canales, productores y la sociedad. La prensa escrita destaca lo malo, pero no todo es malo. Es injusto… En el caso de Magaly, no la voy a defender…

La República: ¿Pero Magaly (Medina) no llega a hacer cosas positivas en el contexto del que hablas?

Dany Tsukamoto: La principal función de un programa de entretenimiento es esa. Yo no tengo la aspiración de que mi hija se siente a aprender algo, a elevar su ética, sino a que se entretenga.

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